sábado, 13 de diciembre de 2008

AL FINAL

AL FINAL

El día estaba resplandeciente como los otros quince que habían transcurrido desde que estaban juntos. El tiempo, por lo general revuelto en primavera, quiso acompañar los primeros momentos de la nueva andadura, quizá la última, que habían comenzado y que estaban dispuestos a vivir intensamente.
--Cariño, me parece mentira estar aquí, a tu lado, mirándote, con tu mano cogida. Hemos esperado tanto tiempo.
-- Fue necesario esperar y, ahora, tenemos que aprovechar no solo el tiempo perdido sino el que aun nos queda por vivir.
La mujer con su mirada traspasó las pupilas de su compañero como si quisiera escudriñar en su interior. Sus ojos verdes que empequeñecían el color del mar, le sonrieron (a veces la sonrisa se instala en los ojos).
--Sabía que eras así, tal como eres, tal como te intuí desde que te saludé por primera vez.
El rostro del hombre, cuarteado por la edad, mostraba unas bolsas oscuras enmarcando los ojos, pequeños pero aun vivos y chispeantes, que le hacían llegar a ella lo que sentía sin necesidad de pronunciar una sola palabra.
Comenzaron a andar por la playa desierta acariciados por los tenues rayos del sol que al elevarse sobre el mar parecía hacerles un guiño de complicidad. La soledad durante aquel paseo rutinario y vivificante, no les incomodaba. Habían dado tanto a los demás durante tanto tiempo que, ahora, por fin, eran conscientes de que había llegado su momento.